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Cuidar el agua, es cuidar la vida

Cuidar el agua, es cuidar la vida

Paulinas Colombia |

Este 22 de marzo celebramos el Día Mundial del Agua, recurso natural que para nosotros como creyentes es un regalo de Dios, concedido para nuestro sustento y desarrollo, por tanto, reclama de parte nuestra el cuidado y gratitud como don divino. 

Esta es una oportunidad muy especial para que podamos reflexionar sobre la importancia del agua como recurso vital para nuestra vida. Sin embargo, en un mundo donde los recursos naturales están siendo agotados y las amenazas ambientales son cada vez más graves, es urgente tomar conciencia de la crisis hídrica que enfrentamos. Por ello, el cuidado del agua no debe ser solo una cuestión o un problema ajeno, por el contrario, nuestra misma experiencia de fe y relación con el Creador nos llama a asumir estos desafíos como un acto de respeto y amor por la creación.

Dejémonos iluminar por los documentos Laudato Si y Laudato Deum, y veamos cómo nos llaman a una conversión ecológica urgente que nos impulsa a cuidar del agua, un bien tan esencial para la vida, como un acto de compasión hacia el planeta, hacia nuestros hermanos y hermanas.

El agua: bien común y don divino

En las Sagradas Escrituras, el agua es presentada como un don divino, un recurso vital que sustenta la vida. En el primer libro de la Biblia, el Génesis, Dios crea el agua y la distribuye sobre la tierra, dándola para la prosperidad de la vida humana, animal y vegetal. El agua es también un signo de purificación y signo de la gracia divina. En el Nuevo Testamento, Jesús ofrece el Agua Viva (Jn 4, 10-14) y es a través del agua del bautismo que somos incorporados al Cuerpo de Cristo.

Crisis hídrica global: un llamado urgente a la acción

Nuestro siglo atraviesa una crisis que nunca antes en la historia había surgido. El acceso al agua limpia y potable está en peligro debido a la contaminación, el cambio climático y la explotación desmedida de los recursos hídricos. Según la ONU, más de 2.000 millones de personas en el mundo no tienen acceso a agua potable de calidad, lo que representa una grave amenaza para la salud y el bienestar de millones de personas.

El Papa Francisco, en su encíclica Laudato Si (Nro. 32), señala que “El agua es un derecho universal, pero su uso está amenazado por la mercantilización y el despilfarro”.  Esta difícil situación, afecta de manera particular a aquellos que viven en situación de extrema pobreza. Así mismo, demanda de los seres humanos la toma de acciones concretas para proteger el agua y garantizar su acceso a todos, como un acto de justicia y solidaridad.

Nuevamente Laudato Si, nos ofrece una reflexión profunda sobre el cuidado de nuestra casa común, destacando la interconexión de todos los seres vivos y la responsabilidad humana de proteger el planeta. La encíclica resalta la necesidad de una metanoia (μετάνοια), es decir de un cambio profundo y significativo de mentalidad, que se traduzca en un compromiso real con la sostenibilidad ecológica. El Papa Francisco afirma que: “La degradación ambiental es una degradación a los pobres” (cf. Nro. 48), ya que quienes sufren más las consecuencias del impacto ambiental son aquellos que viven en situación de vulnerabilidad. 

De esta manera, la protección del agua se convierte en una cuestión ética y social, que en definitiva afecta tanto al medio ambiente como al ser humano. Laudato Deum, documento más reciente, profundiza en la urgencia de la crisis ecológica, nos hace un claro llamado a un cambio radical en nuestros estilos de vida, para frenar el deterioro de los recursos naturales. 

Hermana agua, hermana tierra

A lo largo de la historia, muchos santos y padres de la Iglesia han hablado al respecto de la creación como un acto de amor a Dios. San Francisco de Asís, patrono de los ecologistas, es un ejemplo claro de este amor por el medio ambiente, tanto que este amor lo llevó a plasmar en su famosa obra: “Alabanza a las creaturas” su profundo respeto y admiración por todas las formas de vida, reconociendo en ellas la huella impresa de la creación divina. San Francisco entendió que el agua, al igual que todos los elementos de la naturaleza, son un don de Dios que debe ser protegido y valorado.

También, santa Teresa de Ávila hablaba de la necesidad de cuidar la creación, entiendo que nuestro amor a Dios se expresa en el respeto a todo lo que Él ha creado. En este sentido, el cuidado del agua se convierte en una forma de vivir nuestra fe, mostrando gratitud por los dones que nos han sido otorgados.

¿Cómo podemos cuidar el agua? 

Una vez interpelados a cuidar la creación, debemos vivir de manera que con cada acción que realicemos podamos proteger los recursos que Dios nos ha dado. Esto no es un ejercicio de grandes iniciativas, esta complejidad ambiental en la cual nos encontramos, requiere de actos concretos, por pequeños que gestos que estos puedan parecer, a favor del cuidado del planeta tendrán un gran impacto positivo en nuestra madre tierra.

  1. Reducir el desperdicio del agua.
  2. Necesidad de una educación y sensibilización sobre la importancia del agua.
  3. Apoyo a campañas públicas en pro del cuidado ambiental.
  4. Compromiso personal con la conversión ecológica. 

Para reforzar esta conciencia del cuidado del agua de una manera dinámica y divertida, les queremos recomendar el juego didáctico: “Emergencia H2O”. Este juego permite a los participantes comprender, a través de desafíos y estrategias, la importancia de la gestión responsable del agua y las consecuencias de su desperdicio. Esta es una divertida herramienta educativa ideal para niños, jóvenes y adultos que deseen aprender sobre la crisis hídrica de una forma interactiva y entretenida. 

El cuidado del agua es una prioridad urgente es nuestra época, especialmente en el día mundial del agua. Como cristianos, debemos comprender que el agua es un bien sagrado, creado por Dios para el bienestar de toda la humanidad. Es el momento de actuar. Nuestro planeta, nuestra casa común, clama por nuestra ayuda. Cada pequeña acción cuenta, y como creyentes, estamos llamados a ser guardianes de la creación y a vivir con un compromiso real hacia el cuidado del agua y de todos los recursos que Dios nos ha confiado. 

El cántico de las criaturas

Loado seas, mi Señor, con todas
tus criaturas, especialmente el
señor hermano sol, el cual es el
día, y por él cual nos alumbras;
Y es bello y radiante con gran
esplendor: de ti, Altísimo, lleva
significación.

Loado seas, mi Señor, por la
hermana luna y las estrellas, en
el cielo las has formado claras y
preciosas y bellas.

Loado seas, mi Señor, por el
hermano viento, y por el aire y el
nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das
sustento.
Loado seas, mi Señor, por la
hermana agua, que es muy útil y
humilde y preciosa y casta.
Loado seas, mi Señor, por el
hermano fuego, por el cual
alumbras la noche, y es bello y
alegre y robusto y fuerte.

Loado seas, mi Señor, por nuestra
hermana la madre tierra, que nos
sustenta y gobierna, y produce
distintos frutos con flores de
colores y hierbas.
Load y bendecid a mi Señor, y
dadle gracias y servidle con gran
humildad.

San Francisco de Asís.

 

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