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“Ahora es el tiempo de San José”

“Ahora es el tiempo de San José”

Paulinas Colombia |

Con esta expresión el padre Donald H. Calloway introduce su libro:  Consagración a San José, invitándonos a adentrarnos en el misterio y la riqueza de este santo, quien a lo largo de los siglos ha permanecido como una figura discreta y silenciosa en la historia de la Iglesia. 

Es importante mencionar que el padre Calloway retoma una profunda reflexión de san José Manyanet, quien ya intuía la grandeza aún por descubrir de este santo: “Creo que el verdadero tiempo de San José no ha llegado todavía, después de dos mil años empezamos solo ahora a entrever algo del misterio en el cual está inmerso”.

 En los últimos tiempos la devoción a San José ha brotado con gran efervescencia y cierta frescura devocional, esto debido en gran parte a la convocación del “Año de San José” por el Papa Francisco en el 2020. La importancia de este año santo no solo radica en su papel como custodio del Redentor, sino también en su actualidad para la vida cristiana y pastoral. 

A continuación, nos sumergiremos en la vida de este santo, y a través de este ejercicio espiritual, exploraremos su figura desde distintas perspectivas: su testimonio en la Sagrada Escritura, su importancia en la devoción de la Iglesia, su papel en la vida eclesial y pastoral, y la manera en que podemos vivir su devoción en nuestra vida cotidiana.

Hombre de fe: Un silencio que habla

La figura de San José aparece principalmente en los evangelios de Mateo y Lucas. Mateo nos narra que es un “hombre justo” (Mt 1, 19), resaltando su obediencia a la voluntad de Dios. En los sueños, en los cuales recibe las manifestaciones del Señor (Mt 1, 20-24; 2, 12-15; 19- 23), José es guiado por Dios y responde con una fe inmediata. Lucas, por su parte, lo menciona en el contexto de la infancia de Jesús, destacando su rol de padre putativo y protector de la Sagrada Familia (Lc 2, 4- 52). 

Curiosamente llama la atención que este personaje con tan especial misión, nos hable más con el lenguaje de su silencio que con el eco de su predicación. Como escribe el Papa Francisco en Patris corde: “José nos enseña que tener en fe en Dios incluye, además, creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, nuestras fragilidades y nuestra debilidad”.

San José: “Vínculo entre Antiguo y Nuevo testamento” 

Los padres de la Iglesia, aunque de este personaje, valoraron su papel en la economía de la salvación. San Agustín lo describe como “el hombre justo que, con su fidelidad, sirvió de vínculo entre el Antiguo y Nuevo testamento”. Por otro lado, san Juan Crisóstomo destaca su humildad y obediencia, afirmando que “Dios le confío lo más precioso: su propio Hijo y su Madre”. 


También Orígenes, gran pensador y teólogo del siglo III d.C., pone en relieve la virginidad de san José como un modelo de pureza y entrega. De la misma manera san Jerónimo subraya la dignidad de José, considerándolo “el custodio fiel de la virginidad de María y el padre adoptivo del Señor” .
Testimonios como estos de nuestra historia, nos permiten entrever que la devoción a San José no es solo un fenómeno reciente o de aparente moda cultural, sino que por el contrario estado presente en el ejercicio teológico desde los primeros siglos del cristianismo. 

Devoción creciente a San José

Con el recorrer de los años, la devoción a san José ha crecido de manera progresiva. En el siglo XV, santa Teresa de Jesús fue una promotora clave de su culto, afirmando: “No me acuerdo hasta ahora de haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer” . En el año 1870, el Papa Pío IX lo declaró patrono de la Iglesia universal. El Papa san Juan Pablo II, en su exhortación apostólica Redemptoris Custos (1989), profundizó en su misión de custodio del Redentor. 

Por lo anterior, podemos afirmar que para nosotros los cristianos esta devoción a san José no es un aspecto de piedad popular, sino un llamado a imitar su vida interior, su entrega y donación. En nuestra actualidad, su testimonio ilumina la vocación y la misión de los padres de familia, de los sacerdotes, consagrados y de todos los cristianos comprometidos con la evangelización.

Siguiendo los pasos de San José

En la figura de san José encontramos cualidades y virtudes extraordinarias, dignas de ser imitadas y puestas en práctica en nuestro tiempo actual. Su testimonio nos invita a caminar con humildad y confianza en Dios. A continuación, presentamos algunas formas concretas para cultivar esta devoción y, forjar en el camino de nuestra vida espiritual sus virtudes:

  • Orar con San José: la oración diaria nos ayuda a crecer en confianza y entrega. Se recomienda especialmente la adoración eucarística, la comunión y realizar la consagración a san José.
  • Vivir la obediencia y la confianza en Dios: Como san José, estamos llamados aceptar con fe los planes de Dios, incluso cuando no los comprendemos del todo.
  • Ejercer la caridad y la justicia: San José fue un hombre justo. Actuar con rectitud en nuestras decisiones y en el trato con los demás fortalece nuestra vida cristiana.
  • Santificar el trabajo: San José, patrón de los trabajadores, nos enseña la importancia del trabajo hecho con amor y responsabilidad, ofreciendo a Dios nuestro esfuerzo diario.
  • Proteger y fortalecer la familia: Siguiendo su ejemplo, podemos trabajar por la unidad y la fe en nuestros hogares, promoviendo el amor y el respeto mutuo.
  • Acudir a San José en las dificultades: Él es patrono de la buena muerte y refugio en momentos de prueba. Confiemos en su intercesión en las dificultades de la vida.

El “Tiempo de san José” al que se refería San José Manyanet está amaneciendo en la Iglesia y en la vida de cada creyente. Encomendémonos a él y aprendamos de su fe silenciosa, su obediencia inquebrantable y su amor sin condiciones.

Acto diario de consagración a san José 

San José, esposo de María, padre virginal de Jesús y mi padre espiritual, me consagro enteramente a ti. Abrazo amorosamente tu paternidad y me refugio bajo tu sagrado manto paternal. Ayúdame hoy a rezar y ser virtuoso. Instrúyeme en la sabiduría de los santos, protégeme de los engaños del enemigo, ayúdame a no pecar, y si hoy expirara mi último aliento, quédate a mi lado y llévame al cielo con Jesús y María. Amén.

Padre Donald Calloway, M. I. C. 

Libro recomendado:

Donald H. Calloway. Consagración a San José. Paulinas, 2024.

 

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