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Junto a ti, María: Mayo, un camino de amor y esperanza

Junto a ti, María: Mayo, un camino de amor y esperanza

Paulinas Colombia |

Mayo: Un mes para caminar junto a ti, María

Desde hace siglos, el mes de mayo es consagrado con especial cariño y devoción a la Virgen María. Con el ofrecimiento de cantos, flores, oraciones y gestos de ternura, el pueblo cristiano ha aprendido a mirar este tiempo como un espacio privilegiado para contemplar a la madre de Jesús y dejarnos acompañar por su presencia maternal. Pero, ¿Por qué mayo? ¿Por qué María ocupa un lugar tan especial en la fe cristiana? ¿Cómo podemos vivir hoy este mes de manera diferente? Que este mes y nuestra vida entera sea un homenaje, una contemplación que nos ayude a caminar Junto a María, y permanecer a su lado como el discípulo amado al pie de la cruz, para encontrar en ella consuelo, luz, esperanza y compañía.

María, mujer creyente, discípula y madre

Toda verdadera devoción a María nace de la escucha atenta y activa de la Palabra de Dios. En las narraciones de los evangelios, podemos apreciar a María como una mujer profundamente dócil a Dios, modelo de fe activa, silenciosa y valiente. Su “sí” en la Anunciación (cf. Lc 1, 26- 38) no fue solo una respuesta puntual, sino el inicio de una vida entera entregada al Plan de Dios. María acoge, contempla, guarda, sufre y espera. Está en los momentos luminosos y en los más oscuros: en Caná y en el Calvario, en la soledad del sábado santo y en la alegría de Pentecostés.

Ella es la primera discípula, la mujer dócil, la madre que acompaña, la creyente que inspira. Por eso, María es una figura esencial en nuestra fe cristiana: en ella se realiza el destino de la Iglesia y la vocación cristiana. Desde las Sagradas Escrituras comprendemos que María no es adorada porque solo Dios es digno de adoración, pero si es venerada con un amor profundo, porque en ella se revela aquello que Dios puede hacer en quien se entrega totalmente a Él. 

El mes de mayo: una historia de amor

¿Por qué mayo? Hay razones históricas, culturales y también espirituales. En muchos lugares del mundo, mayo marca el florecer de la primavera. Es el tiempo de la vida, del renacer, del color, de los frutos. Y María, es precisamente, la flor más bella del jardín de Dios, la mujer nueva que abrió al mundo el camino de la gracia. 

En la edad Media, mayo ya era considerado un mes especial para honrarla, pero fue en los siglos XVII y XVIII cuando se popularizó la costumbre de dedicarle flores, rezar el rosario, hacer altares domésticos, cantar letanías. Un gesto sencillo y profundo: coronarla con nuestro amor, reconociendo en ella, a la Reina del cielo y de la tierra, pero también a la madre cercana que comprende nuestras luchas.

Hoy más que nunca necesitamos volver a estas ricas prácticas devocionales: un rosario en familia, una oración confiada, una imagen con flores frescas, un canto mariano al iniciar el día. No por costumbre vacía, sino porque en María encontramos una ternura que no decepciona, una presencia que fortalece. 

María en la liturgia y en la vida de la Iglesia

La liturgia conserva a María en lugar muy especial. Aunque su culto siempre está en relación con Cristo como nos enseña el Concilio Vaticano II, la Iglesia la celebra con especial alegría en múltiples fiestas. La Anunciación, La Visitación, la Asunción, la Inmaculada, e innumerables devociones populares. En mayo, además, se vive con más intensidad el rezo del rosario, las procesiones marianas, las novenas y las celebraciones que reflejan la devoción del pueblo. 

Pero los más bello es que María está presente en todo tiempo litúrgico: en Adviento como mujer de la espera, en Navidad como la Madre del Niño Jesús, en cuaresma como la fiel discípula, en la Pascua como testigo de la esperanza. Ella no solo es figura de un mes, sino compañera de todo el camino. 

María en nuestra vida cotidiana

María a lo largo de los tiempos ha inspirado el arte, la música, la poesía, la arquitectura, el teatro. Ha sido invocada en diversas circunstancias: guerras, terremotos, pandemias, etc. Ha sido consuelo de madres, refugio de los migrantes, esperanza de los pobres, estrella de los navegantes. Tiene mil rostros y un solo corazón. Es la Virgen del Carmen, de Guadalupe, de Fátima, del Rosario, de los Dolores, la Reina de los Apóstoles, pero sobre todo es la mujer que sabe estar junto a.

“Junto a ti, María” es también el hermoso título de un libro de oraciones que queremos compartir contigo este mes. Un libro escrito por el cardenal Luis José Rueda Aparicio que no solo es para leer, sino para vivir. En sus páginas encontrarás oraciones que nacen del corazón del creyente y tocan todas las dimensiones de nuestra vida: María como Madre, Maestra, Reina Compañera, Amiga, Mujer de silencio, Virgen de la alegría, del trabajo, de la cruz. Cada oración es como una perla en el rosario de la vida, y no enseña a ver a María en los tiempos litúrgicos, en los momentos de lucha, en la familia, en la misión, en la enfermedad, en la alegría. 

Este libro es una invitación a entrar en diálogo íntimo con maría. A contemplarla no solo como modelo, sino como presencia viva. Porque María no es un recuerdo del pasado, sino una madre para hoy. Quien se acerca a ella con confianza, encuentra siempre un hogar. 

Tips para crecer en tu relación con la Virgen María:

  1. Reza el Rosario como un diálogo de amor. No repitas solo palabras. Contempla con María los misterios de la vida de Cristo, y deja que ella te enseñe a actuar como Él.
  2. Ten una imagen de María en casa. Que sea un lugar de oración, donde puedas encender una vela, llevarle una flor, o simplemente mirarla y descansar en su ternura.
  3. Lee la Biblia con ella. Antes de abrir la Palabra de Dios, pídele a María que te acompañe como lo hizo con los discípulos, y que te ayude a acoger y guardar la Palabra en tu corazón.
  4. Ora con el libro “Junto a ti, María”. Haz de este libro tu compañero en mayo. Sus oraciones te ayudarán a descubrir nuevas facetas de María en las diversas realidades de tu vida.
  5. Imita su estilo de vida. María no solo es para admirar, sino para imitar: su fe silenciosa, su disponibilidad, su ternura activa, su fortaleza interior y su esperanza en el Señor. 
  6. Confíale tus luchas y proyectos. María no se escandaliza de nuestras debilidades. Hablemos con ella con sinceridad. Ella intercede por nosotros y nos anima, como en Caná: “Hagan lo que Él les diga”. 

Tu voz de Madre

Háblanos, oh madre,
tu voz es dulce y poderosa,
tu voz nos llena de esperanza,
Esa voz tuya, María,
Que oró en la casa de Isabel:
“Se alegra mi espíritu,
en Dios mi Salvador” (Lc 1, 46-47).

Madre del Buen Pastor,
enséñanos con tu voz que la vocación es
servicio, fidelidad y alegría,
con valentía misionera para responder a la llamada
de Jesús, tu Hijo amado,
que nos dice cada día: “Ven y sígueme” (Lc 18, 22).

Madre, danos la alegría de escuchar tu voz, 
esa voz que nos levanta,
nos anima y nos orienta, tu bella voz de
Madre, la que se oyó en Caná:
“Hagan lo que Él les diga”.
Amén.

Tomado de: Junto a ti, María, p. 189.

 

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