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En el Corazón de Dios: un fuego que no se apaga

En el Corazón de Dios: un fuego que no se apaga

Paulinas Colombia |

"Los he amado como el Padre me ha amado a mí". - (Jn 15, 9)

El Corazón que tarde en la eternidad

El cristianismo no es una filosofía, ni una moral, ni una religión de preceptos: es un encuentro con un Corazón vivo . Ese Corazón tiene nombre, tiene llagas, tiene ternura, tiene memoria de cada uno de nosotros: es el Corazón de Cristo . La solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús este 27 de junio y la del Inmaculado Corazón de María el 28 de junio, son una doble fiesta del amor: el de Dios que se da, y el del ser humano que acoge, responde, se transforma y ama.

El Papa Francisco en su conmovedor documento Dilexit nos, nos recuerda que "Dios no tiene un corazón simbólico, sino un corazón verdadero, lleno de misericordia, capaz de conmoverse, de sufrir, de amar sin medida". Este Corazón divino no es una idea teológica: es el rostro interior del Evangelio. Desde la encarnación hasta la cruz, pasando por la mesa de los pecadores, los caminos polvorientos de Galilea y los silencios del Getsemaní, Jesús nos ha mostrado el estilo del Corazón del Padre.

Heridos por el amor, sanos por la ternura

Cuando hablamos del Corazón de Jesús, no hablamos solo de un órgano humano, sino del centro de su identidad divina y humana. Ahí habita la fuente de todo consuelo, de toda paz y reconciliación. Es un Corazón herido, traspasado, abierto para siempre. Dice el evangelista san Juan que: "uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua" (Jn 19, 34) . En ese gesto final, Jesús no solo muere: se entrega por completo.

El Corazón de Jesús tarde en el Sagrario, en la Eucaristía, en los pobres, en los que sufren, en los que lloran, en los que aman y en los que buscan sentido. Su Corazón sigue derramando luz y calor, como un brasero encendido que no se apaga.

El Inmaculado Corazón de María, al celebrarse al día siguiente, es el eco perfecto de ese amor divino. Ella, la llena de gracia, la mujer del Magnificat, la madre que guardaba todo en su corazón, es también la madre del Corazón. Su corazón inmaculado no es un paralelo al de su Hijo, sino una prolongación fecunda , una resonancia materna que nos conduce al Sagrado Corazón de Jesús.

Un corazón misionero, compasivo, eucarístico

El Corazón de Jesús nos invita no solo a la contemplación, sino a la transformación. Decía san Pablo VI que el culto al Corazón de Jesús "es la síntesis de toda la religión cristiana". Y el Papa Francisco, insistía en que esta devoción no es un sentimentalismo, sino una pedagogía concreta del amor.

"Miremos el Corazón traspasado del Señor y dejémonos conmover. Dejemos que nuestro corazón se vuelva semejante al suyo" (Dilexit nos, 3). Esta es la gran invitación para todos: imitar el Corazón de Jesús en su estilo compasivo, misionero y eucarístico.

Un corazón compasivo, que acoge sin juzgar, que toca las llagas del mundo con ternura y no con distancia.

Un corazón misionero, que sale de sí mismo, que arde por comunicar el Reino, que se preocupa por cada alma.

Un corazón eucarístico, que se parte y se reparte, que se vuelve pan, gesto, palabra, presencia.

Llamados a vivir con corazón de carne

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús no es una reliquia del pasado. Es una espiritualidad urgentemente actual. En un mundo de corazones endurecidos, fragmentados, rotos por el ruido o la indiferencia, necesitamos volver a un Corazón que sabe amar, esperar, perdonar y ofrecerse.

Por eso, te invitamos a que, en este mes de junio, y especialmente en estas dos festividades, a que renueves tu amor al Corazón de Jesús y de María con gestos concretos:

Haz un momento diario de oración ante el Corazón de Jesús, aunque sea solo unos minutos. Mira su imagen, y dile: "Jesús manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo".

  • Consagra tu día y tu familia a su Corazón, confiando en que todo se transforma bajo su amor.
  • Lee y medita pasajes del Evangelio donde se manifiesta su Corazón misericordioso: el Buen Pastor (Lc 15), el Samaritano (Lc 10), el lavatorio de los pies (Jn 13), la cruz (Jn 19).
  • Realiza alguna acción concreta de consuelo a quien esté sufriendo. Ser corazón de Jesús para los demás es la más alta devoción.
  • Acompaña tus días con devocionales sencillos, que te ayudarán a mantener encendido el amor por el Corazón de Jesús: oraciones, novenas, meditaciones.

Con María, guardamos en el corazón

Ella, que en silencio gestó a Dios y al pie de la cruz lo ofreció, sigue hoy formando apóstoles del Corazón. El Inmaculado Corazón de María no es solo un modelo, es un hogar. Acudamos a ella, y pongamos nuestra vida, nuestras heridas, nuestras batallas y nuestras esperanzas en su regazo maternal.

El Corazón de Jesús es el fuego. El de María es el horno donde se mantiene encendido. Que estas dos solemnidades no pasan como fechas del calendario litúrgico, sino que se volverán experiencia transformadora. Y que desde nuestras obras, nuestras oraciones y nuestra entrega apostólica, sigamos encendiendo el mundo con brasas de ese amor que lo transforma todo.

Oración

Jesús, Maestro divino, te doy gracias y bendigo tu corazón 
 lleno de misericordia por habernos dado a María Santísima como madre,
 maestra y reina. Desde la cruz nos ha puesto a todos en sus manos,
 dándole un gran corazón, sabiduría y poder.
 Que toda la humanidad la conozca, la ame,
 la invoque y se deje guiar por ella hacia ti, Salvador de la humanidad.
 Siguiendo tu ejemplo, me pongo en sus manos.
 Quiero estar con esta madre ahora,
 en la hora de mi muerte y por toda la eternidad.
Amén

Dulce corazón de mi amable Salvador, haz que yo te ame siempre más.

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