Un homenaje a quienes viven con amor la vocación de ser padres
Con ocasión a la celebración del día del padre en nuestro país Colombia, queremos detenernos a contemplar con gratitud y reverencia a esos hombres que, más allá de una función biológica o una responsabilidad cultural, han abrazado una vocación divina: la de ser padre al estilo de Dios. Y en Paulinas queremos rendir homenaje a quienes, con silenciosa fidelidad, están edificando el mundo desde el corazón del hogar.
Un ADN que se hereda del Padre del cielo
Ser padre no es solo un papel. Es un modo de amar, un lenguaje silencioso que se escribe con gestos cotidianos. El ADN de un padre verdadero no está solo en los genes sino en las decisiones y opciones. Un padre Super VIP es aquel que lleva en su alma la huella del Padre celestial, fuente de todo amor.
En su ADN espiritual hay fe, ternura, fortaleza, escucha, disciplina que educa, brazos que protegen, silencios que enseñan. Su autoridad no impone: inspira. Su presencia no grita: acompaña. Su vida no brilla en vitrinas: se desgasta en lo oculto, como el grano de trigo que da fruto en el surco familiar.
Padres que evangelizan con la vida
Cuando un padre ora, bendice la historia de los hijos. Cuando perdona, revela el rostro de Dios. Cuando enseña con paciencia, siembra eternidad. En cada gesto suyo se puede entrever algo de amor con el que el Padre del cielo nos cuida a todos.
Como decía San Pablo: “El amor de Cristo nos apremia” (2Co 5, 14), y ese amor es la brújula con la que muchos padres orientan su vocación y misión, aunque nadie los aplauda. Y ellos, sin discursos, muestran que amar es dar la vida cada día.
El arte cotidiano de ser padre
Hay una santidad escondida en esos padres que madrugan para llevar el pan a casa, que aprenden a cambiar pañales, que escuchan a un hijo rebelde, sin huir, que oran por sus hijos, aunque ellos no lo sepan. Aquellos padres que soportan la enfermedad con paciencia y valentía, sin revelar a sus hijos el dolor que sienten, esto para no dar preocupaciones. Son padres que no necesitan capa, ni portada en una revista: su fuerza está en el amor por su hogar.
Ellos son padres Super VIP, no por poder o prestigio, sino porque son “valientes, íntimos y presentes”:
- Valientes, porque no renuncian a su papel aun en tiempos difíciles.
- Íntimos, porque conocen el alma de sus hijos más allá de las apariencias.
- Presentes, porque saben que el amor más profundo se demuestra con tiempo y presencia real.
Una obra para mirar con gratitud
Desde esta mirada nace la obra “El ADN de un Padre Super VIP”, una propuesta que no pretende definir al padre perfecto, sino celebrar el camino real, humano, a veces roto, pero profundamente fecundo, de tantos padres que día a día responden al llamado de ser reflejo del amor de Dios.
Es un libro que ofrece palabras que iluminan, experiencias que abrazan y textos bíblicos que animan. No se trata solo de leerlo, sino de dejarse tocar por lo que cada página evoca: el arte sagrado de ser Papá.
¡Gracias, Papá!
Gracias por ser tierra firme y refugio. Gracias por luchar sin rendirte, por ser consuelo sin palabras, por formarnos con tu vida. Gracias porque de ti aprendemos que lo importante en la vida, es actuar con dignidad siendo responsables con nuestras acciones. Nos enseñas que cada día hay que vivirlo con plenitud, disfrutando y agradeciendo todo como si fuera el último día.
Gracias a ti sabemos lo valioso que es compartir en familia y lo importante que es el permanecer unidos sin importar las dificultades que se nos puedan presentar. Gracias a ti, querido papá, reconocemos que el amor se demuestra con gestos concretos más que con las palabras.
Hoy, desde Paulinas, elevamos una oración en tu nombre:
Señor Jesús,
Palabra viva del Padre,
te alabamos por el don de los padres:
hombres sencillos, valientes, sembradores de esperanza
que, en el silencio de cada día,
reflejan el rostro fiel de tu amor.
Tú, que llamaste a san José a custodiar tu infancia
con ternura y fortaleza,
bendice hoy a todos los papás del mundo:
los que oran y sufren en secreto,
los que trabajan sin descanso,
los que educan, corrigen, perdonan y sueñan por sus hijos.
Hazlos firmes en la fe,
constantes en la esperanza,
y ardientes en la caridad.
Que su presencia en el hogar
sea como lámpara encendida,
como roca en medio del mar,
como Evangelio abierto en la mesa de cada día.
María, Madre y Reina de los apóstoles,
enséñales a custodiar la vida con ternura
y a guiarla con sabiduría.
Intercede por ellos,
para que cada día sean más semejantes al Padre del cielo,
de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra.
Amén.
